Un cuento sobre las vidas comunes (sin bancos de tiempo)

Esta es una historia con personajes ficticios, pero muy real. Que cada cual saque sus conclusiones...

Ofrecer tu tiempo

Nos situamos en un barrio cualquiera de cuyo nombre no quiero acordarme. En un edificio grande, con muchos pisos (algunos vacíos) y mucha gente. Los convecinos del inmueble se tratan con cordialidad, pero en general no pasan del “buenos días”. Vamos a saciar nuestro instinto cotilla metiéndonos un poco en sus vidas:

  • Antonio, el del tercero A, es albañil. Toda su vida construyendo casas y haciendo apaños. Vamos, el “manitas” de toda la vida. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria se quedó sin trabajo y malvive con cosillas que le van saliendo, mal pagadas y en negro. Sabe que su hijo necesita clases particulares de mates, ya que le van muy mal, pero no puede permitirse pagarlas. Menos mal que el instituto sigue siendo público.
  • Luisa, la del cuarto B, la que aún vive con sus padres porque no tiene para independizarse, acabó la carrera de “historia del arte” y sabe que la cosa está difícil. No se arrepiente, estudió lo que le apasionaba, y ya ha visto el puesto de trabajo de sus sueños, en el museo del Prado. Cubre todos los requisitos, salvo uno: el idioma. Necesita saber inglés y no llega al nivel. Luisa no desiste. Ya ha empezado a trabajar en el McDonalds y aunque le pagan una miseria para las horas que echa, y el trabajo le apesta, mientras monta hamburguesas de plástico se reconforta sabiendo que haciendo unas horillas extra podrá pagarse la academia de inglés.
  • Manuel, el del bajo, es bilingüe porque su madre es inglesa y le habló siempre en su idioma. Además es buen profe. Se pagó los estudios de Trabajo Social dando clases particulares de inglés. Llevaba años trabajando de lo suyo, pero se acabaron las subvenciones y se fue de patitas a la calle. Anda trabajando en lo que puede, dando clases particulares por aquí y por allá, y ya casi se ha olvidado del sueño de remodelar su casa. Cuando le dieron el presupuesto vio que podía pagar el material, pero no la mano de obra. Se planteó hacerlo él, pero sabe que no es muy manitas y le da miedo liarla.
  • Bea, la del primero B, trabaja como profesora de mates en un cole privado. Con la excusa de la crisis le han recortado el sueldo, pero está contenta porque al menos mantiene el trabajo, algunos compañeros corrieron peor suerte. Pero eso sí, justo le vino el recorte cuando se había planteado pagarse unas clases sobre la vida y obra de Goya, que incluían acompañamiento al museo. Quería aprender historia del arte para poder ir al museo y saborear la obra de Goya con toda plenitud. Como ahora tiene que cubrir también las clases de gimnasia y de música del cole, porque han echado a los profes, no tiene tiempo para formarse ella por su cuenta sobre Goya, ni dinero para pagarse las clases que encontró. Otra vez será.

En las reuniones de la comunidad de vecinos Antonio, Luisa, Manuel y Bea hablan del ascensor, de la limpieza y de otros pormenores de los gastos comunitarios. Al final suelen hablar del partido y se quejan un poco de la crisis, pero luego cada uno a su casa.


Y no saben lo que es un banco de tiempo. 

Y tú, ¿lo sabes?


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